La fortaleza del proyecto es la importancia de construir una comunidad, que en conjunto ha sido capaz de valorizar este activo y consolidarlo.
El token es señalado como una broma por el ambiente intelectual de la criptoeconomía, pero Dogecoin está lejos de quedar obsoleto, gracias a una sólida comunidad de personas que quieren ver que la criptodivisa tenga éxito solo por el bien de tener éxito. Un fenómeno alejado de las máquinas y algoritmos que levantan estas tecnologías financieras.
El mérito de Dogecoin es que ha logrado algo que pocos tokens pueden alcanzar. Ya tiene casi 5 años, lo que genera cierto respeto.
Este criptoactivo da algo de color vivo al medio ambiente criptoeconómico. Este simple token no persigue mayores aspiraciones de lo que ya es: una moneda digital de persona a persona. En un medio tan técnico, con teorías complejas y explicaciones difíciles sobre el funcionamiento de la tecnología y sobre el mercado de las criptomonedas, Dogecoin es un “especimen exótico”. Eso, a su comunidad parece fascinarle.
A fin de cuentas, son las personas quienes dan o quitan valor a los activos y Dogecoin tiene sus atributos.