El Proyecto de reforma constitucional[2], que modifica el artículo 19, número 1°, de la Constitución Política, “para proteger la integridad y la indemnidad mental con relación al avance de las neurotecnologías”.
“El desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y a la actividad física y psíquica. La ley regulará los requisitos y condiciones para su utilización en las personas, debiendo propender especialmente, al resguardo de la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”.
El Congreso de Chile aprobó una ley de neuroderechos por primera vez en la historia[3]. La tecnología ha avanzado hasta tal punto que, con la intervención de determinados dispositivos, se puede manipular la actividad cerebral. Es una visión pionera en el mundo[4], se ha tramitado una nueva ley cuyo enfoque es “proteger la integridad y la indemnización mental en relación al avance de las neurotecnologías”.
Esta propuesta, que forma parte de un programa más amplio para la protección de los neuroderechos y la integridad mental, surgió como una iniciativa de la comisión senatorial sobre Desafíos Futuros.
El texto legal aún está pendiente. Sin embargo, al ser un proceso que sienta un precedente a nivel mundial, está bajo la mirada[5] de Naciones Unidas y, en particular, de países como España, Estados Unidos y Francia.
La iniciativa fue elaborada por la Comisión Desafíos del Futuro, que preside el senador Guido Girardi e integran Carolina Goic, Francisco Chahuán, Juan Antonio Coloma y Alfonso De Urresti, junto a expertos de las universidades chilenas y al neurobiólogo español Rafael Yuste[6] quien coordina el proyecto Brian (cableado del cerebro humano) y el grupo Morningside[7] que integran los 25 neurocientíficos más importantes del mundo en materia de derecho y ética.
En tanto el ministro de Ciencias de Chile, Andrés Couve, señaló que “para nosotros es un gran honor haber sido parte de esta discusión de alto nivel, porque si bien la Declaración Universal de los Derechos humanos contempla el beneficio del progreso científico como un derecho inherente a las personas, nuestra carta magna no incluía una referencia expresa a ello”.
Incluso, el cineasta alemán Werner Herzog[8] (Fitzcarraldo; Aguirre, la ira de Dios) realiza un documental sobre la tramitación de la iniciativa y sus múltiples alcances.
La nueva ley busca regular el uso que se puede dar a las tecnologías, para leer y escribir la mente. Todo esto parece salido de un episodio de Black Mirror[9], pero lo cierto es que ya hay desarrollos que utilizan datos que captan directamente de las ondas cerebrales. Hace unas semanas, Neuralink, empresa de Elon Musk[10], publicó un video donde mostraba a un mono jugando al videojuego Pong con la mente.
Además de la reforma constitucional[11], que establece como responsabilidad del Estado garantizar la protección de los neuroderechos, se presentó una ley accesoria[12] , que en su texto establece:
“ Prohíbe cualquier intrusión o forma de intervención de conexiones neuronales o intrusión al nivel cerebral, mediante el uso de neurotecnología, interfaz cerebro-computadora o cualquier otro sistema o dispositivo que no cuente con el consentimiento libre, expreso e informado de la persona o usuario del dispositivo, incluso en circunstancias médicas. Prohíbe cualquier sistema o dispositivo, ya sea neurotecnología, interfaz cerebro-computadora u otro, cuya finalidad sea acceder o manipular la actividad neuronal, de forma invasiva o no invasiva, si puede dañar la continuidad psicológica y psíquica de la persona, es decir, su identidad. individual, o si disminuye o daña la autonomía de su voluntad o capacidad para tomar decisiones en libertad ”.
Son proyectos que pueden ser muy útiles para las personas, si y solo si se emplean para ayudar a gente con discapacidades motoras. Sin embargo, también implican potenciales amenazas si no son utilizadas de manera adecuada. Por eso existe la necesidad de pensar en regulaciones para la aplicación de tecnologías neuronales.
Al mismo tiempo, muchos ciudadanos hacen paralelos con algunas obras literarias o de cine, que tienen relación con formas de vida en ambientes tecnológicos muy avanzados. También, piensan que estos avances nos ayudarían en caso obliguen a implantar, incluso, pensamientos sin consentimiento del individuo, tal como lo muestra el film “El Origen”, por ejemplo.
Chile es el único país del mundo que ha aprobado una ley de este tipo. Los congresistas que presentaron esta propuesta tienen la intención de “proteger” al cerebro[15] ante la tecnología avanzada y evitar situaciones que solo se han visto en bizarras películas de ciencia-ficción, donde muchas veces aparecen víctimas fatales o esclavizadas, que arbitrariamente son producto de violaciones brutales a sus derechos humanos.