Precisamente, los ciudadanos son las más afectados, en diversos aspectos de la vida social e individual. La sociedad está brutalmente oprimida bajo el yugo de un mandato transnacional emanado de la omnipotente OMS, dependiente de la ONU y todas sus divisiones. La misma ONU ya sostenía una agenda para cambiar la forma en que la economía produce, lo que las personas consumen y como se relacionan, para hacer el mundo justo e inclusivo, pero sin preguntar al mundo sobre cuáles son los aspectos que se deben mejorar. Eso se denomina agenda 2030[4].
A su vez, el Foro Económico Mundial decidió avanzar con su agenda corporativa, que ha denominado Great Reset[5], cuyo lema “Build Back Better” (Reconstruye mejor), justo aparece como la herramienta que aprovechará la humanidad para hacer las cosas mejor, para la gente, por la gente… pero sin la gente. Nadie fue consultado acerca de dicho reinicio. Las corporaciones, en conjunto con organismos públicos y organismos transnacionales, están abordando una serie de temas que abarcan la forma de producir, de consumir y la manera en que las personas se deben relacionar. Valga la redundancia.
Claro, los Estados nacionales, las corporaciones, los organismos transnacionales y las organizaciones no gubernamentales, se han reunido en torno a esos ideales de protección de los seres humanos, pero sin consultarles ni un solo punto. Simplemente reparten el guion en todos los países, a granel, para ejecutarlo indiscriminadamente. El tratamiento del “SarsCov-2” es una clara muestra, frente a una amenaza que aún no pudo ser aislada. Por lo tanto, la OMS pelea contra un organismo que no conoce. Pero rápidamente, contra toda praxis científica generalmente aceptada, obtuvieron una docena de métodos de “tratamiento experimental” que han inyectado (impunemente) a cientos de millones de personas en el mundo, ejerciendo una fuerza moral masiva, visto principalmente en regímenes de corte totalitario.
Todo por el bien de las personas.
No contentos con eso, los mismos organismos impulsan la obligatoriedad de usar pasaporte sanitario para movilidad (al más puro estilo de la Alemania NAZI. También, sometiendo a la población al uso insano de bozal, sin importar si esta medida realmente provoca serios daños a personas sanas, pero alérgicas, que son obligadas a respirar aire desechado. Han llegado tan lejos, que en muchos países ya están ejecutando campañas de inyección experimental masiva contra niños desde 5 años.. Solo en un régimen imposible suceden estas tragedias.
Tal vez, en algún momento futuro, las millones de demandas que ya están circulando por los tribunales del mundo. sean aceptadas en la corte internacional de justicia para juzgar de acuerdo a los “códigos de ética médica de Nuremberg[6]“.