La ejecución del Sistema de Crédito Social en China comunista, ha exhibido un complejo despliegue de recursos multidisciplinarios para conectarse con las personas y las actividades que desarrollan en la vida privada. El pretexto de mantener sólidos valores que promueve el partido comunista, le da un status omnipresente y total, que solo puede comprarse a una religión. Mejor dicho, una secta que adora a una entidad de modo obligado y castigador.
Es impresionante que un régimen comunista tenga el valor de defender la democracia, cuando entre sus principios elementales no considera a la construcción democrática de una sociedad, desde la libertad y el respeto de los derechos individuales.
Más impresionante es el hecho de que organismos como el mismo Foro Económico Mundial, a través de sus líderes, se deshagan en elogios hacia el gobierno del partido comunista chino. Más aún, precisamente, en ese organismo están concentradas las directrices actuales que coordinan el pacto global de las corporaciones para alcanzar los objetivos de la agenda 2030; los cuales van más allá de lo que predica.
Incluso, las amenazas van para las empresas, que también deben aujstarse al SCS en China y, por proyección, a todo el planeta cuando sea el momento preciso.
Citamos el famoso capítulo de la serie “Black Mirror”[17] de Netflix, ya clásico, donde nos relata como una simple ciudadana sufre la degradación de su situación social, arrasada por un medio que delata hasta el más mínimo detalle contrario a la narrativa impuesta por una dictadura totalitaria.
Solo miseria, degeneración y angustia puede otorgar un modelo tan nefasto como insano como el SCS.
Merced a este golpe de estado global, acordado abiertamente el 19 de octubre de 2019; con el denominado EVENT 201[18]; estamos viendo cómo se ha encajonado a la especie humana de una manera que nunca antes se había visto en la historia conocida. Miles de millones de personas restringidas en sus más básicas libertades y derechos, amplificado por Estados coordinados para facilitar que este tipo de escenarios distópicos sean posibles.
Los traumas derivados de estas políticas malintencionadas serán extendidos en el tiempo y costará décadas sacudirse de esta serie de enfermedades socióligcas que se han desarrollado en los países.
Los impactos sobre la libre iniciativa, los emprendimientos y las formas creativas del talento individual, quedarán bajo la prisión totalitaria de un estado de opresión solo visto en regímenes genocidas que hemos visto a través de la historia, tales como la misma China de Mao Zedong[19], el cual es responsable del aniquiliamiento de decenas de millones de seres humanos por no estar exactamente a favor de una revolución popular sanguinaria.
Aunque los organismos y autoridades nieguen esta posibilidad, no puden negar que las estructuras de poder están actuando en el marco de una tiranía, aprovechando el plus de mantener un estado de excepción sanitaria que lejos de resolver problemas, ha ido creando y profundizando los problemas que los ciudadanos sufren a diario. Da la casualidad que un típico argumento, justificando los abusos que cometen las dictaduras, dice: “Lo hacemos por tu bien, el estado se preocupa de ti”.