G7: Impuesto Global Corporativo de 15%
Impuesto global, para gobierno global
En una bizarra maniobra geopolítica, las denominadas 7 economías más poderosas del planeta, acuerdan implantar un impuesto transnacional con tasa de 15%, algo estatal y no de libre mercado. Una tasa de impuestos global es una amenaza brutal para el libre intercambio de las naciones y los ciudadanos. La batalla no está perdida. Aún faltan las discusiones en los respectivos congresos locales.
Los miembros del G7 se reunieron en el condado de Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, durante el fin de semana de 12 del junio. Líderes de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea asistieron en persona, por primera vez desde la “mediática pandemia”. El comunicado final de esa reunión decepcionó a los seguidores del cambio climático,
Al principio de la cumbre, los líderes apuntaron a un mundo “neto cero“, con todas las emisiones de gases de efecto invernadero eliminadas de la atmósfera y un enfoque más ecológico de los problemas mundiales. Aunque la crisis climática no suele ser un tema de conversación principal en la cumbre del G7, Los líderes se fijaron el objetivo de reducir a la mitad las emisiones para 2030 desde los niveles de 2010 y apuntan a alcanzar cero neto para 2050 a más tardar. Ningún país aumentó su compromiso para reducir las emisiones.
Pero la decepción mayor vino desde otra área.
El Grupo 7
El mundo sufre una crisis muy grave, digna de una gran guerra. Las autoridades políticas y económicas de los países han perdido la brújula, entre medio de las acusaciones contra la OMS y otros organismos, la República Popular China y la máxima autoridad sanitaria de EE.UU. Tony Fauci, desde la denunciada filtración de correos electrónicos y las investigaciones que ya está realizando el Senado de los EE.UU.
Los líderes del G7 se unieron en torno a un acuerdo fiscal global la semana pasada en un esfuerzo por hacer que las grandes empresas multinacionales paguen su parte de impuestos. El acuerdo se encontró con una rápida oposición de algunos economistas, indicando que es malo para el libre mercado y la soberanía de las naciones.
Incluso, por ejemplo, estudios muestran que es probable que las empresas estadounidenses vean el mayor impacto en sus impuestos con la nueva propuesta.
El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann está organizando las conversaciones sobre un impuesto mundial a las empresas transnacionales impulsado por la Administración Biden, dijo que un tipo mínimo del 15% sería un “paso adelante muy significativo” que aún deja a los países con suficiente margen para competir para atraer a las multinacionales a sus jurisdicciones. Cormann hizo estas declaraciones en una entrevista concedida a Bloomberg el lunes 7 de junio, después de que el sábado se alcanzara un acuerdo histórico sobre el impuesto entre los altos funcionarios de los países del G7; entre los que se encuentra Estados Unidos. Los países del G7 acordaron un tipo mínimo del impuesto mundial sobre sociedades -que se aplicaría a las ganancias en el extranjero- de al menos el 15%.
“Es importante que alcancemos el equilibrio adecuado”, dijo Cormann a Bloomberg. “Si fuéramos capaces de lograr una circunstancia en la que todas las empresas multinacionales que operan a nivel mundial estén obligadas a pagar al menos el 15 por ciento sobre sus beneficios, creo que es un paso adelante muy significativo” que aún dejaría suficiente espacio para una “competencia adecuada”.
La situación de los impuestos en el mundo, hasta el año 2019; es exhibido en estos gráficos del Banco Mundial, según el Fondo Monetario Internacional, Anuario de Estadísticas de las Finanzas Públicas y archivos de datos, y estimaciones del PIB del Banco Mundial y la OCDE.
Global Amenaza
El G7 fue poco creativo, respecto a su historia de medidas económicas, para proponer soluciones importantes frente a grandes problemas. Proponer un impuesto global a las sociedades, como principal propuesta de combate a los efectos de las políticas económicas que han tomado las naciones por el asunto del virus chino, golpea a las bases del libre mercado.
El economista español Daniel Lacalle indica que puede resultar peligroso. Pregunta ¿Por qué habría un impuesto de sociedades mínimo mundial cuando las subvenciones son diferentes, algunos países tienen tipos de IVA (impuesto sobre el valor añadido) diferentes o no los tienen, y la interminable lista de impuestos indirectos es completamente diferente? El G7 «se compromete a llegar a una solución equitativa sobre el reparto de los derechos fiscales, concediendo a los países de mercado derechos fiscales sobre al menos el 20 por ciento de los beneficios que superen un margen del 10% para las empresas multinacionales más grandes y rentables». Toda esta frase carece de sentido, abre la puerta a la doble imposición y penaliza a las empresas más competitivas y rentables, mientras que no tiene ningún impacto en los conglomerados dinosaurios deficitarios o de escaso margen que la mayoría de los gobiernos llaman «sectores estratégicos».
Lacalle también advierte que el impuesto de sociedades mínimo global es también una medida proteccionista y extractiva. Las naciones ricas apenas verán el impacto negativo de esta medida, pues ya tienen a sus gobiernos rodeados de grandes multinacionales que no sufrirán un golpe fiscal masivo porque las subvenciones y los incentivos fiscales antes de los ingresos netos son grandes y generosos. Según el informe Paying Taxes 2020 de PWC, los impuestos sobre los beneficios en Norteamérica ya se sitúan en el 18,5% pero, lo que es más preocupante, las contribuciones fiscales totales, incluyendo los impuestos sobre el trabajo y otros, alcanzan el 40% de los ingresos. En la UE y la AELC (Asociación Europea de Libre Comercio), los impuestos sobre los beneficios pueden ser algo menores que en Norteamérica, pero la fiscalidad total sigue siendo superior al 39% de los ingresos.
El tipo impositivo mínimo global no perjudicará a los miembros del G7 ni a los grandes gigantes tecnológicos, pero devastará a los países pequeños y dinámicos que necesitan atraer capitales e inversiones y que no pueden permitirse tener el tipo impositivo de las naciones líderes mundiales. La pérdida de capital e inversión paralizará su economía y el supuesto «beneficio de los ingresos fiscales» que supone el aumento del impuesto mínimo de sociedades desaparecerá. No sólo las naciones pequeñas y dinámicas sufrirán esta medida, sino también las empresas pequeñas y dinámicas, porque tendrán menos reservas para invertir y crecer en el futuro en el momento en que generen beneficios, lo que las debilitará. Por lo tanto, se trata de una medida proteccionista y extractiva que beneficia a las que ya son naciones ricas y a las grandes multinacionales, pero que perjudica desproporcionadamente a las naciones y empresas pequeñas y en ascenso.
La OCDE ha advertido que el impuesto de sociedades es el más perjudicial para el crecimiento. Los datos del estudio de la OCDE muestran que «la inversión es perjudicada por el impuesto de sociedades, a través del coste de uso del capital». El estudio de la OCDE nota que los tipos del impuesto de sociedades tienen un efecto negativo en las empresas que están en el «proceso de alcanzar los resultados de productividad de las empresas con mejores prácticas» y concluye que «la reducción de los tipos legales del impuesto de sociedades puede dar lugar a aumentos de productividad especialmente grandes en las empresas que son dinámicas y rentables, es decir, las que pueden hacer una mayor contribución al crecimiento del PIB».
Un impuesto no competitivo
Reino Unido y Francia ya se habían adelantado a implementar su propio impuesto mínimo sobre las ventas de las corporaciones. En Francia este impuesto global había sido establecido por Macron en el 2020; con el fin de cobrar sobre el 3 % de las ventas hechas en el país, para cualquier compañía con ingresos superiores 25 millones de euros en Francia o 750 millones a nivel internacional.
Este impuesto corporativo mínimo del 15 % permitirá a los países gravar a tecnológicas como Facebook, Google o Amazon, simplemente por el hecho de ejercer actividades dentro de sus respectivos países, sin importar la ubicación de la casa matriz de cada cual.
Aunque todavía no está claro cuál será el impacto sobre compañías como Facebook y Amazon, algunos analistas informan que cada país debería imponer sus impuestos sobre las ventas de forma individual.
En el 2020 se intentó imponer un impuesto mínimo a corporaciones en la Unión Europea. Sin embargo, este impuesto (“impuesto google”) fue bloqueado por Irlanda y los países nórdicos. Precisamente, países como Irlanda se han fortalecido por mantener tasas impositivas relativamente bajas a las empresas y han atraído a numerosas inversiones multinacionales, para establecer centros de operaciones regionales en dicho país.
En el largo plazo, esta medida afectará negativamente a los países que, en lugar de mejorar la gestión de las economías, amenaza con ralentizar y hasta empobrecer las recaudaciones fiscales y la competitividad de las naciones. Por fortuna, aún queda camino por cruzar, considerando que se debe discutir en el próximo G20 y más aún, pasar por los congresos de los países involucrados.