El final de una era… ¡Adiós petrodólar!
El orden mundial financiero establecido de los últimos 50 años está ahora en transición hacia un paradigma nuevo y desconocido.
Lo que sigue ahora es una incógnita, debido a que nunca antes se ha visto un escenario similar, considerando todas las variables globales que inciden en las actividades económicas y financieras alrededor del planeta y que desde el fin de la segunda guerra mundial había sido el paradigma internacional. No solo se trata de la moneda de cambio estándar. Se trata de la forma en que desde ahora en adelante se apreciarán las economías del mundo, prácticamente todas bajo montañas de deudas, desempleo, inflación, tasas de interés erráticas y un largo etcétera que inundan de incertidumbres las visiones de la economía de las naciones.
El petrodólar se refiere al papel dominante del dólar estadounidense en el comercio global de petróleo. Esto se debe a que la mayoría de las transacciones y contratos petroleros se realizan en dólares a nivel mundial. Este sistema surgió en la década de 1970, cuando Estados Unidos y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) firmaron un acuerdo en el cual los países de la OPEP aceptaron vender su petróleo únicamente en dólares estadounidenses. A cambio, Estados Unidos garantizaba la seguridad militar de estos países.
Esta política financiera internacional implicaba que la demanda mundial de dólares aumenta debido a que los países necesitan dólares para comprar petróleo. Como consecuencia de esto, se permite a Estados Unidos financiar sus déficits comerciales y presupuestarios más fácilmente, ya que la alta demanda de dólares mantiene su valor. Por su parte, los países mantienen grandes reservas de dólares para poder adquirir petróleo.
Esto significó un nuevo cambio de las reglas del juego, desde el Acuerdo de Bretton Woods en 1944. El primer cambio dramático fue el final del patrón oro (convertibilidad del dólar en oro), en 1971.
El 17 de enero de 2023, el ministro de Finanzas saudita, Mohammed Al-Jadaan, ya anunciaba que el Estado saudita está abierto a vender petróleo en monedas distintas al dólar. “No hay problemas en discutir cómo arreglamos nuestros acuerdos comerciales, ya sea en dólares estadounidenses, en euros o en riales sauditas”.
El orden mundial financiero establecido de los últimos 50 años está ahora en transición hacia un paradigma nuevo y desconocido, ya que se permitió que expirara el acuerdo del petrodólar entre Estados Unidos y Arabia Saudita el pasado 9 de junio de 2024.
Arabia Saudita busca ir más allá de una relación exclusiva con Estados Unidos, como lo demuestra el hecho de que el reino se ha convertido en uno de los miembros más nuevos del bloque BRICS.
Si bien muchos señalan la escalada de tensiones globales y el cambio de alianzas geopolíticas como el impulso para permitir que expire el acuerdo, los cambios en la dinámica de poder del mercado petrolero global también han jugado un papel crucial en este desarrollo a medida que el mundo avanza hacia fuentes de energía alternativas, pero de las cuales aún no existe total convencimiento.
El auge de las energías renovables y el gas natural han intentado reducir la dependencia mundial del petróleo durante la última década, pero la realidad dista mucho del deseo de algunas corporaciones y organismos supranacionales para lograr este objetivo.
El frío misterio
Lo que sigue ahora es una incógnita, debido a que nunca antes se ha visto un escenario similar, considerando todas las variables globales que inciden en las actividades económicas y financieras alrededor del planeta y que desde el fin de la segunda guerra mundial había sido el paradigma internacional. No solo se trata de la moneda de cambio estándar. Se trata de la forma en que desde ahora en adelante se apreciarán las economías del mundo, prácticamente todas bajo montañas de deudas, desempleo, inflación, tasas de interés erráticas y un largo etcétera que inundan de incertidumbres las visiones de la economía de las naciones.
El dinámico cambio de poder en el mercado petrolero es un factor crítico en esta etapa. Además, el surgimiento de nuevas importantes naciones productoras de petróleo, como Brasil y Canadá, ha desafiado el dominio tradicional de Medio Oriente.
El final del petrodólar podría debilitar el dólar estadounidense y, por extensión, los mercados financieros estadounidenses. Si el precio del petróleo se fijase en una moneda distinta del dólar, podría provocar una disminución de la demanda mundial del billete verde. Esto, a su vez, podría resultar en una inflación más alta, tasas de interés más altas y un mercado de bonos más débil en Estados Unidos.
Conclusión clave: un cambio significativo en la dinámica del poder global
La expiración del acuerdo del petrodólar representa un cambio significativo en la dinámica de poder global. Destaca la creciente influencia de las economías emergentes y el cambiante panorama energético. Si bien aún están por verse todas las implicaciones de este cambio, los inversionistas deberían, al menos, estar conscientes de que (a nivel macro) el orden financiero global está entrando en una nueva era. El dominio del dólar estadounidense ya no está garantizado.
Así, por ejemplo, Arabia Saudita se ha unido a una prueba transfronteriza de CBDC (Moneda digital del banco central) dominada por China, en lo que resulta ser otro paso para que una menor parte del comercio mundial de petróleo se realice en dólares estadounidenses. La medida, anunciada por el Banco de Pagos Internacionales (BIS), hace que el banco central de Arabia Saudita se convierta en un “participante de pleno derecho” del Proyecto mBridge, una colaboración lanzada en 2021 entre los bancos centrales de China, Hong Kong, Tailandia y los Emiratos Árabes Unidos.
En tanto, el hecho de que el petróleo estuviera denominado únicamente en dólares estadounidenses ha tenido una importancia más allá de las categorías de petróleo y finanzas. Al exigir que el petróleo se venda en dólares estadounidenses (DXY), el acuerdo elevó el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. Esto, a su vez, ha tenido un profundo impacto en la economía estadounidense. La demanda global de dólares para comprar petróleo ha ayudado a mantener fuerte la moneda, haciendo que las importaciones sean relativamente baratas para los consumidores estadounidenses. Además, la afluencia de capital extranjero a los bonos del Tesoro estadounidense ha respaldado tasas de interés bajas y un mercado de bonos sólido. Todas esas ventajas domésticas, desde ahora, corren el riesgo de ser perdidas, dado que el factor de la inflación se traslada hacia el mercado interno. Muy probablemente, dentro de poco, veremos que se desatará una espiral inflacionaria en USA, para ajustar los precios a un nivel real que pondera el peso de la economía de ese país, caracterizada por un nivel de deuda brutal (casi de 35 trillones de dólares). Es decir, la población comenzará a sufrir esquemas como los que han padecido las economías del tercer mundo por décadas y centurias.
Reflexiones Finales
La expiración del acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudita ha pasado desapercibido para el grueso del público. Sin embargo, sus alcances son fundamentales para el futuro. Realmente, se trata de un punto de inflexión histórico: “es el presagio de un orden económico global cambiante”. Mientras Estados Unidos navega por terrenos oscuros e inciertos (tanto dentro de casa como en el exterior), el surgimiento de una nueva potencia económica (o coalición) ya es una realidad. Los inversionistas deberían considerar salvaguardar su riqueza, ahora, considerando otro tipo de activos tangibles, como el oro y la plata, los cuales han preservado consistentemente su valor a través de las “modernas agitaciones económicas” recientes. El mundo observa cómo se escriben los capítulos finales del dominio económico estadounidense, dando paso a una nueva era en las finanzas globales, cimentado sobre los pilares de los BRICS.