La siniestra realidad distópica del siglo XXI

La siniestra realidad distópica del siglo XXI

Una realidad cuando vemos un mundo apaleado por los «eventos» que han sucedido incesantemente desde 2020


Esto es confuso. Antes, cuando los señores feudales no llegaban a acuerdos, simplemente mandaban a sus mercenarios al campo de batalla. Hoy, sin embargo, prefieren acuerdos globales y actuar de forma coordinada, multidisciplinariamente, sincornizados, para que se vayan cumpliendo las etapas, en un mundo que ha visto un cambio traumático y que, de perder el control, puede resultar ser apocalíptico.

Mosaico de una catástrofe

La realidad del 2022 deja más incertidumbres que certezas respecto al futuro. La confusa remoción del presidente de Perú, Pedro Castillo, es un claro ejemplo. Considerando que, después de todo, su gestión era tan nefasta como el promedio de los jefes de estado en el mundo. Parece que el primer legado que dejó la publicitada Sars-Cov2 se concentró con brutalidad en la clase política global, que, por cierto, muchos de ellos son “Young Global Leaders” del Foro Económico Mundial. Han decepcionado al mundo con las bizarras políticas disruptivas. A estas alturas, no cabe duda de que alguien abrió la “Caja de Pandora” y soltó a las bestias de su interior.

Son precisamente estos gobiernos, incluso de muchas de las grandes potencias mundiales, los que están llevando las administraciones nacionales hacia un precipicio común. Tal vez, entre medio de todo, lo único cierto sea ese camino hacia el precipicio. El valor neto de la democracia se sigue depreciando a gran velocidad, porque los ciudadanos tienen poco o nada para opinar, ni menos decidir. Por ejemplo, lo vimos en 2015; en Grecia, con un referéndum, cuando la ciudadanía rechazó un plan de “rescate” de una troika (Banco Central Europeo; FMI; Unión Europea), pero que finalmente el gobierno heleno de Alexis Tsipras, en ese momento, terminó por arrodillarse y hacer el trabajo sucio, aceptando un plan más miserable que aquel rechazado por su propio pueblo en las urnas.

El ejemplo griego sirve para resaltar el caso chileno, cuando en septiembre, el 62% de la ciudadanía rechazó la tramitación de una nueva constitución política, pero que el Gobierno y el congreso insistieron en tramitar, contraviniendo la voluntad popular. El estado chileno ha sido uno de los portaestandarte de las políticas de “Desarrollo Sostenible”, impulsadas desde el Vaticano, pasando por la ONU, el WEF y cuanta organización supranacional existe, para llegar hasta los sueños y pesadillas de cada ser humano que respira en el mundo, especialmente occidental. Es decir, la democracia no sirve ni para justificar el pago de impuestos.

Cada año, los ciudadanos reciben peores prestaciones por parte del aparato estatal y los impuestos suben en variedad y volumen monetario, gracias a la inflación y a una voracidad incontenible d los burócratas. Solo una muestra, viendo lo recién acontecido en USA, cuyo congreso y gobierno se unieron para otorgar una generoso y jugoso paquete de ayuda financiera a Ucrania por 1.7 billones de dólares. Decisión que, con toda certeza, provocó la indignación profunda de decenas de millones de ciudadanos que están sufriendo la peor crisis crisis económica desde la década de los 1970´s y caminando hacia la peor desde la Gran Depresión de 1929.

La enfermedad innombrable, que azotó al mundo durante dos años, según los meainstream media globales, gracias a su inyección experimental, está dejando más muertos que la misma enfermedad. Múltiples documentos del CDC en USA y de otros países están reconociendo los problemas de salud y mortalidad que provocan dichas inyecciones. Pero la misma OMS amenaza con los rebrotes y mutaciones de este terrible virus, supuestamente chino.

En tanto, organizaciones como la de Bill Gates, en conjunto con la Unversidad Johns Hopkins, ya realizaron un nuevo evento pandémico ficticio, alertando sobre un nuevo virus terrible para el 2025. En 2021 ya ilustramos sobre el EVENT 201. Qué impide pensar en que se trata de otra programación predictiva, como parte de un plan de ingeniería social. “Creen en la ciencia”, como si se tratara de una religión con millones de fieles seguidores que no aceptan el más mínimo cuestionamiento.

Rusia, no ha podido con la resistencia de los ucranianos, en la ya muy extendida guerra, desde febrero de 2022. Lo que se daba como un simple paseo de oso, ha conformado un contagioso dolor de cabeza para todo el mundo. Guerra que, además de succionar los bolsillos de millones de contribuyentes de los países de la OTAN, ha servido para comenzar a demoler la delicada situación en la que los europeos han ido padeciendo, por falta de gas y, además, muchas materias primas, especialmente fertilizantes, para los países del planeta entero.  Lo que, a su vez, trae como consecuencia escasez, inflación y encarecimiento de la calidad de vida mundial y un golpe fuerte contra las industrias, debido a las respuestas rusas frente a las sanciones de la Unión Europea, tales como el corte de gas y petróleo ruso. Cuestión que han aprovechado muy bien desde USA para vender petróleo más caro a Europa y, de paso, hacer que países como India y China tomen el petróleo que compran a Rusia sea vendido a lo europeos, claro a precio más altos.

Entre medio de tanta fatalidad, finalmente sucedió el colapso de Sri Lanka, un país que lucía como orgullo de experimentación del mismo WEF, pero que su orden político ni bien pudo aguantar y terminó reventado, con la ciudadanía metida en la residencia de su presidente para sacarlo a patadas del gobierno. Otra incertidumbre: ¿Terminarán todos los países como Sri Lanka hacia el año 2030?

Solo las grandes corporaciones transnacionales pueden exhibir grandes ganancias, lo que no deja de ser llamativo, considerando los tiempos que sufrimos.

Y mientras escribo estas palabras, lo países siguen aumentado la deuda con la banca internacional, sin la certeza de que puedan cumplir con los “servicios” que demandan en monto y tiempo. Menos aún, cuando las pequeñas y medianas empresas están siendo demolidas a gran velocidad..

Recuerde que actualmente estamos bajo la ejecución de “la rutina” de “THE GREAT RESET, cuyo lema es “build back better”. Pero Resulta mejor solo para unas pocas corporaciones, sin duda, miembros del WEF.

La gran narrativa del gran reinicio considera que, para lograr los objetivos de la cuarta revolución industrial, se debe cambiar el discurso en términos políticos, económicos, financieros, sanitarios, tecnológicos, de medio ambiente y de sexo. Todo, para lograr un mundo con capitalismo inclusivo y justo, equilibrado con el medio ambiente.

Esto es confuso. Antes, cuando los señores feudales no llegaban a acuerdos, simplemente mandaban a sus mercenarios al campo de batalla. Hoy, sin embargo, prefieren los acuerdos globales y actuar de forma coordinada, multidisciplinariamente, sincronizados, para que se vayan cumpliendo las etapas de repartición de un mundo que ha visto un cambio traumático,  que, de perder el control, puede resultar ser apocalíptico.

Disptopía anunciada

El continuum de la guerra ruso-ucraniana, ha forzado a una ruptura ente occidente y oriente, que ha llevado a potenciar al famoso grupo de países BRICS (Brasil; Rusia; India; China; Sudáfrica) en el fortalecimiento de sus acuerdos y actuación en el campo internacional, ganando espacios, especialmente poniéndose como rival de muchos organismos mundiales, como el FMI o el Banco Mundial, justamente dos de las instituciones nacidas bajo el alero de Bretton Woods, en 1944, finalizando la segunda guerra mundial. Se han puesto como objetivo reducir la influencia del dólar americano y fortalecer las divisas de sus países, principalmente por las por las políticas monetarias que siguen, respaldando con oro sus monedas.

Vemos un mundo apaleado por los “eventos” que han sucedido incesantemente desde 2020 y que no ha bajado la intensidad. Sucesos que se van acumulando a una bola de nieve que avanza como avalancha hacia el grueso de la comunidad internacional, prometiendo arrasar con todo, provocando la esperada realidad distópica que hemos presenciado duramente. Pero en lugar de reducirse, se acrecenta y acelera más, en desmedro de los ciudadanos, pero sin afectar a la clase política ni a los grandes corporaciones multinacionales, que marcan la narrativa del cambio que están imprimiendo forzadamente al mundo, desde la comodidad del pacto global y su irrestricto compromiso con la agenda 2030; que tanto el sector público como el privado han jurado lealtad eterna.

No se pueden olvidar a los regímenes dictatoriales que siguen reprimiendo a su ciudadanos, tales como China, Irán, Cuba y Venezuela, por nombrar a algunos, los cuales se basan en argumentos relativos a la seguridad interior y la unidad nacional, para preservar los poderes totalitarios.

El gran problema es que nadie les preguntó sobre la imposición de los 17 puntos de la agenda.  Simplemente han hecho de la realidad una existencia distópica para la mayoría de los ciudadanos del planeta. No en vano, algunos ya hablan de una guerra de quinta generación, una guerra mundial que ya ha comenzado

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