Belt and Road Intiative o la Super Carretera Global China

Belt and Road Intiative o la Super Carretera Global China

Algunos han acusado a China de pretender una expansión colonial, apoderándose de las influencias locales de los países para provecho propio


La China de Xi Jingping es aspiracional, con el objetivo de colocarse a la cabeza del mundo con su política exterior. Es algo que va más allá de ser la mera “Fábrica del mundo”, como muchos le denominan. La aspiración se concentra en lograr cierta “comodidad” para realizar su voluntad geopolítica

El planeta del “build back better” se viene construyendo desde hace años, so pretexto de hacer las cosas mejores para el cuidado y beneficio de las personas. Los Estados y las corporaciones están trabajando en conjunto para cumplir con estas iniciativas de mejoramiento de la calidad de vida para los ciudadanos, pero sin los ciudadanos. Dentro de esa lista de buenos deseos que los países están desarrollando a escala global, está el “Belt and Road Initiative” (Iniciativa de la franja y el camino; BRI por sus siglas en inglés) que es la catapulta para concretar el denominado “sueño chino” (si, curiosamente el régimen comunista tiene un sueño). Tanta buena disposición parece sospechosa, dado que despierta serias dudas sobre si se trata realmente de un beneficio global o es un truco para tomar control castigador sobre las rutas marítimas y terrestres que conforman este “desafío”. El gran problema es que la mayoría del mundo, aún hasta la actualidad, no es precisamente comunista.

Del pasado y del futuro

Para comprender la importancia de este sueño, es preciso atender a la historia china, al menos, en síntesis. Miles de años de existencia, para dinastías familiares que fueron consolidando un modelo de configuración imperial sobre un vasto territorio en el denominado “lejano oriente”, ocupados solo de administrar esa estructura. Esa civilización no se caracterizó por un expansionismo hacia otras latitudes, como fueron los casos de España, Inglaterra, Portugal y Francia.

Fue la llegada del imperio británico, durante el siglo XIX, el que comenzó a desordenar la estructura milenaria de la China imperial.

Y de ese espléndido pasado no quedaron ni las cenizas, tras la caída de su última dinastía, como efecto de la revolución comunista ya en el siglo XX.

Luego de una resistencia china desesperada frente a la ofensiva de los japoneses, hasta el rescate de los aliados del eje de UK-USA-RUSIA durante la segunda guerra mundial, se dio una nueva relación con occidente.

El comunismo imperante se profundizó y se hizo sanguinario bajo el liderazgo de Mao Zedong, sindicado como el genocida más grande de la historia conocida, con más de 70 millones de muertos.

La China fue presa entre la miseria y el totalitarismo del partido. Hasta que occidente le vio una nueva utilidad. Las corporaciones y los banqueros comprendieron el atractivo de contar con mano de obra inhumanamente barata, sin prácticamente normas laborales o ambientales. Entonces, decidieron pactar con el partido comunista chino planes de expansión y desarrollo industrial, que en cuestión de cuatro décadas ya la ubicaron como la segunda potencia económica.

La Iniciativa

El poder económico ascendente lleva al cambio de necesidades y los objetivos se cambian para ajustar “la casa” a una nueva condición. Incluso en China, país dirigido por un partido comunista, ha ganado utilidad, merced a su política híbrida, siendo de socialismo interno y libre mercado externo. Así facilita los recursos internos para aplicarlos a los menesteres del capital, con fines de abordaje de los mercados internacionales. Todo, coordinado con un tipo de cambio favorable y la membresía a la Organización Mundial de Comercio, como nación más favorecida.

Sin duda, las corporaciones occidentales allanaron el camino para colocar a la RPC en el lugar que hoy ocupa.

 

Un largo camino Global

La China de Xi Jingping es aspiracional, con el objetivo de colocarse a la cabeza del mundo con su política exterior. Es algo que va más allá de ser la mera “Fábrica del mundo”, como muchos le denominan. La aspiración se concentra en lograr cierta “comodidad” para realizar su voluntad geopolítica. Una necesidad superior a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con poder de veto.

La Iniciativa de la Franja (BRI) le otorga ese poder y capacidad aterciopelada para manejar las decisiones políticas y económicas locales y globales, desplegando un plan estratégico de largo plazo, pero (como los Beatles cantaban) “con una ayudita de mis amigos” de occidente.

Consiste en una estrategia enfocada en la conectividad y la cooperación de los países, mediante las rutas terrestres y las rutas marítimas. Una ruta a lo largo de una franja basada en la “Ruta de la Seda” y la otra, dedicada que conecta a las economías de Asia, Europa del este y África, alcanzando más de 60 países.

Es el objetivo fundamental es dar vitalidad a los intercambios comerciales y financieros con esas regiones, incentivando los mercados y lazos geopolíticos estables.

Esta iniciativa se orienta a alcanzar la coordinación política; la conectividad de las instituciones; el comercio sin obstáculos; la integración financiera y los vínculos entre personas.

Esta iniciativa, opera sobre la base de “Silk Road Fund”, que cuenta como una sociedad constituida por diversos inversionistas, tales como la Administración estatal de Divisas de China; China Investiment Corp.; el Banco de Exportación e Importación de China (China EXIM Bank); el Banco de Desarrollo de China, entre muchas otras entidades.

También se deberían incorporar entidades extranjeras que apoyen el desarrollo de los programas de inversión en infraestructuras.

Como hemos visto, es un proyecto muy ambicioso.

La geopolítica de la verdad

Sabemos que se trata de consolidar la política exterior, para imponer un nuevo trato mundial. Tal vez algo diferente de cómo lo hicieron las antiguas potencias (incluido USA). Pero el resultado final es el mismo, el mundo bailando al ritmo del patrón del fundo. Aunque, en todo caso, como lo ha manifestaba ya el mismo WEF (Foro de Davos) en 2016; indicando que habrán varios liderazgos, pero USA ya no será la única potencia. Cuando habla el WEF, en realidad son las corporaciones que expresan sus puntos de vista y avisan lo que harán.

Es decir, son los mismos gobiernos corporativos y los organismos supranacionales los que han conducido a este panorama.

Neocolonialismo en el siglo XXI

Algunos han acusado a China de pretender una expansión colonial, apoderándose de las influencias locales de los países para provecho propio, dejando los temas de comercio y finanzas para su exclusiva ventaja política y económica. Esta acusación no es tan descabellada.

Podemos citar al profesor Julián Pavón, por su análisis sobre el denominado “Sistema Parasitario Chino”, para entender mejor la mecánica de la geopolítica que desarrolla el régimen comunista. Incluso, el mismo profesor Pavón ha destacado que el proceso es abiertamente aceptado por el “ecosistema económico occidental”.

Belt and Road es una importante expresión geopolítica de Going Global 2.0. Cobertura contra la influencia estadounidense en su puerta principal, la estrategia se enfoca al sur y oeste, buscando construir infraestructura, comercio, inversión y vínculos humanos a través de Eurasia. Se compone de un ‘Seda Road Economic Belt’ a través de Asia Central y un ‘Maritime Ruta de la Seda’ que se extiende a través del Océano Índico hasta el Medio Oriente.

En marzo de 2022, el número de países que se unieron a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) mediante la firma de un Memorando de Entendimiento (MoU) con China es de 146*.

Los países de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) están repartidos por todos los continentes:

43 países están en el África subsahariana
34 países BRI se encuentran en Europa y Asia Central (incluidos 18 países de la Unión Europea (UE) que forman parte del BRI)
25 países BRI están en el este de Asia y el Pacífico
20 países BRI están en América Latina y el Caribe
18 países BRI en Medio Oriente y África del Norte
6 países están en el sudeste asiático

*Para algunos países que figuran como firmantes de un MoU para el BRI, la disponibilidad de información independiente es contradictoria. Por ejemplo, los siete países de Austria, Benin, Comoras, República Democrática del Congo, Dominica, Níger y la Federación Rusa no han publicado una confirmación de la firma de un MoU completo o incluso lo han negado. Estos países se enumeran como “poco claros”.

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El "Sueño chino"

Presentado como el rejuvenecimiento de China, desde la llegada al poder de Xi Jingping, se ha puesto la inspiración de retomar el espíritu nacional que China había tenido en su historia. Es la proyección de la grandeza patriótica hacia el futuro. Desde el informe del XIX Congreso del PCCh de 2017; en palabras del propio Xi:

“Uno solamente puede llegar a un buen final si conserva siempre sus aspiraciones originales. Las aspiraciones originales de los comunistas chinos y su misión consisten precisamente en perseguir la felicidad del pueblo chino y conseguir la revitalización de la nación china. Estas aspiraciones y esta misión constituyen la fuerza motriz fundamental que estimula a los comunistas chinos a avanzar sin cesar. Los camaradas de todo el Partido tenemos que compartir siempre con el pueblo el mismo aliento, el mismo destino y el mismo latir del corazón, considerar en todo momento su anhelo de una vida mejor como objetivo de nuestra lucha y seguir avanzando valerosamente hacia el magno objetivo de hacer realidad la gran revitalización de la nación china, con un espíritu que jamás afloja y la intrepidez de marchar siempre adelante.

(…) Cuando prevalezca la Gran Virtud, el mundo será de todos. Nosotros, con los pies plantados en este vasto territorio de más de 9,6 millones de kilómetros cuadrados, absorbiendo los nutrientes de la cultura acumulada por la nación china en su prolongada lucha de más de 5.000 años y con la majestuosa fuerza convergente de los más de 1.300 millones de chinos, al avanzar por el camino del socialismo con peculiaridades chinas contamos con el inconmensurable espacio del escenario que nos ofrece nuestro tiempo, un sedimento histórico de una profundidad sin parangón y una inmensa y fuerte firmeza para avanzar. ¡Que todo el Partido y el pueblo de todas las etnias del país se unan estrechamente en torno al Comité Central del Partido, enarbolen la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas, avancen con un espíritu pujante y se entreguen completamente a su cometido, continúen luchando por cumplir las tres tareas históricas -el impulso de la modernización, la culminación de la reunificación de la patria y la salvaguardia de la paz mundial y la promoción del desarrollo conjunto-, lograr el triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada, conquistar la gran victoria del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época, materializar el sueño chino de la gran revitalización de la nación china y hacer realidad la aspiración del pueblo a una vida mejor!”.

Como vemos, más allá de ser parte de un plan estratégico de nación, el sentido de “La franja” se vincula con un deseo de colocar a China en el lugar de privilegio a nivel global. No es una afirmación antojadiza, porque se puede ver como un componente importante en los planes quinquenales del partido.

Objetivos profundos para China con Belt and Road

Más allá de la mercadotecnia diplomática que el régimen comunista ha desplegado en estos años, están los objetivos tras las cortinas del poder, los cuales buscan consolidar de todas las formas geopolíticas y geoeconómicas posibles, la ascensión de China hacia el dominio global, gracias al desplazamiento de USA como líder. Dicho sea de paso, la salida de USA desde Afghanistan es un claro ejemplo del perjuicio que, incluso los políticos internos de la unión americana, están asestando a las bases estratégicas de dicha nación.

China hace su negocio, fortaleciendo relaciones económicas bilaterales (diplomacia de artesanos, capa por capa) para instalar el sentimiento de los acuerdos pacíficos “ganar – ganar”. La expansión de las áreas de influencias, se notan con solo mirar los mapas.

También, esta política trae consigo un gran alivio para dar cabida a la alta capacidad productiva china en recursos como el cemento y el carbón, fundamentales para sostener el ritmo de crecimiento de la economía. Con el desarrollo de “la Franja”, el uso de estos y muchos otros recursos chinos, aseguran una demanda a gran escala por todo el período de implantación de las rutas, para continuar con la mantención futura.

Al mismo tiempo que tal movimiento de recursos favorece a las empresas chinas, también ofrece una oportunidad para fortalecer al yuan como divisa de intercambio para las operaciones de inversión y financiamiento internacional, durante el proceso de desarrollo de las rutas de “la Franja”.

China, tendría asegurada la diversificación las rutas de abastecimiento de materias primas y energía, abaratando costos y reduciendo tiempos, ganando incluso sobre el control de la disposición de estos recursos. Especialmente, el Corredor Económico China-Asia Central-Asia Occidental y el Corredor Económico China-Mongolia-Rusia, por sus implicancias en materia de seguridad energética, otorgan una importancia central para el alcance de los objetivos vitales para las aspiraciones del régimen comunista.

Reflexiones finales

La ambición es una condición innata del ser humano. A medida que gana mayor solvencia económica-financiera tiene acceso a nuevos bienes y servicios para disponer. Esto se transmite a un país. Los ejemplos sobran. El caso de “Belt and Road Initiative” es un reflejo de esa ambición soñadora de China. Resulta legítimo cuando un país, fruto de su esfuerzo y sacrificio, logra objetivos en el transcurso del tiempo. Sobre todo, cuando se coloca en un alto nivel global. El gran problema de China radica en su condición de Estado dirigido por el partido comunista. Esto es un gran conflicto, porque el comunismo no se caracteriza por desarrollar un modelo basado realmente en principios y valores que respeten y protejan los derechos y libertades de los individuos. Por mucho que el régimen chino trate de maquillar sus avances y logros, no deja de ser un gran conflicto para la sociedad internacional.

El hecho de que China grite que “la Franja” trae maravillas gracias a la integración de las naciones, significa también una amenaza para la libre voluntad de los países. Como reza un antigua refrán: “El que paga la fiesta, pone la música que se baila”.

En 1944 se firmó el famoso Acuerdo de Bretton Woods, entre los países que triunfaron en la segunda gran guerra, estableciendo también las directrices que gobiernan el mundo, incluso hasta el día de hoy. La trabajada ascensión china opera como un nuevo Bretton Woods, pero como una infiltración silenciosa, que tiene como objetivo lograr profundas áreas de influencia geopolítica para realizar la misma función: sentar las directrices de un país hegemónico, victorioso, sobre un conjunto de países que han hipotecado parte de su autonomía y hasta soberanía.

La Franja del “Belt and Road Initiative”, dadas las circunstancias actuales, representa un cinturón político de alto riesgo para los ciudadanos de los países suscritos, porque no tienen reales garantías que la dirección y sentido iniciales de los acuerdos, no estén sujetos a modificaciones futuras que pongan a los “socios” en posiciones inferiores, bajo condiciones asimétricas esclavizantes. Una cosa es lo que el papel indique y otra es la que se haga con ese papel.

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