El infierno financiero de Adam Smith
Un nuevo "Pacto Financiero Global" se suma a la "globalidad amenazante
Se está construyendo un nuevo consenso para el planeta. Líderes mundiales se reunieron en junio pasado, en París, para suscribir un documento que detalla una visión política compartida que estructura el camino hacia una profunda reforma de la arquitectura y concretar un nuevo pacto financiero internacional. De acuerdo con la declaración de clausura, los países desarrollados han cumplido ahora con su objetivo, establecido en 2021, de transferir 100.000 millones de sus derechos especiales de giro (SDR) a los países en desarrollo. Los SDR dan acceso a los activos de reserva internacional en poder del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se pueden cambiar por moneda. Los participantes en la cumbre indicaron que la meta de 2015 de proporcionar 100.000 millones de SDR para apoyar la acción climática en los países en desarrollo hasta 2020, probablemente se alcanzará este año.
El proceso degenerativo
El sistema monetario internacional desempeña un papel fundamental en el funcionamiento de la economía mundial. Establece las reglas y los mecanismos mediante los cuales los países realizan transacciones financieras internacionales, facilitan el comercio, y gestionan las políticas monetarias y cambiarias.
Desde el Acuerdo de Bretton Woods de 1944; punto crítico de inflexión en la historia universal moderna, reguló la praxis de las relaciones económicas y financieras internacionales durante los últimos 80 años.
Este acuerdo creó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, con el objetivo de promover la estabilidad y el crecimiento económico global. Además, el acuerdo estableció el sistema de tipos de cambio fijos, vinculando las monedas al dólar estadounidense y fijando el valor del oro en $35 por onza.
El final del patrón oro fue decretado por el presidente de USA, Richard Nixon. En 1971, se puso fin al sistema monetario de Bretton Woods y suspendió la convertibilidad del dólar en oro. Esto significó que el dólar ya no estaba respaldado por el oro y permitió al gobierno de USA imprimir más dólares sin restricciones. Como resultado, las monedas comenzaron a flotar libremente y los tipos de cambio se volvieron más volátiles.
Aparición del “petrodólar”. Durante la década de 1970, los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) acordaron vender petróleo exclusivamente en dólares estadounidenses. Esto creó una demanda constante de dólares y fortaleció la posición del dólar como moneda de reserva mundial. A cambio, USA ofreció protección militar a los países de la OPEP, que resultaba particularmente importante en la “era de la guerra fría”.
En el transcurso de las décadas siguientes, a medida que los gobiernos, las empresas y las personas necesitaban financiamiento para sus actividades, aumentó el endeudamiento tanto a nivel nacional como internacional. La generación de dinero se realiza a partir del sistema fraccionario, por medio del cual un préstamo aceptado podía ser objeto de ser prestado varias veces más, solo cortando una fracción del monto inicial en cada nuevo préstamo . Esto condujo a una economía basada en la deuda, donde las instituciones financieras otorgaban préstamos y los inversores compraban bonos y otros activos basados en la deuda. En 2008, esta deuda se volvió insostenible y llevó a la crisis financiera mundial conocida como la crisis subprime.
Se avanzó hacia una etapa de hiperendeudamiento, posterior a la crisis subprime muchas economías y gobiernos recurrieron a políticas de estímulo y a la emisión de deuda para reactivar la economía. Esto resultó en un aumento significativo de la deuda a nivel mundial, tanto en los sectores público como privado. Muchas naciones acumularon altos niveles de deuda, lo que creó preocupaciones sobre la estabilidad financiera a largo plazo.
El colapso económico mundial generado por las políticas por el C19 paralizaron la economía global, causando una disminución masiva en la actividad económica y un rápido aumento del desempleo. Este colapso económico global fue el resultado de las medidas de confinamiento y cierre, impuestas los estados nacionales. Así las cosas, error tras error, los gobiernos implantaron medidas de estímulo y rescate financiero para amortiguar el impacto económico, pero el futuro económico sigue siendo incierto.
O tal vez, después de todo, no sea tan incierto.
La agenda verde
El presente, marcado por un “intento” de recuperación económica, oscurecido por una extensa operación militar de Rusia sobre territorio de Ucrania. Una serie de gobiernos occidentales, tomando las más absurdas medidas políticas o incluso, con líderes políticos salidos de un film de comedia absurda, por las medidas ilógicas que han estado decretando. Esto ha profundizado el caos y las caídas del rendimiento de las naciones, especialmente occidentales. Es cosa de recordar los diversos episodios de los últimos años para dar sentido al caos que el mundo sufre en la actualidad.
Pero, como todo, estos hechos y personajes tienen una explicación conjunta.
Desde antes del asunto del C19 ya era un modelo económico inviable, que no era capaz de precisar hacia dónde apuntar el crecimiento de las naciones y se estancaban bajo el pretexto de estar pendientes de la pugna comercial entre USA y la China Comunista. Al menos, aún en esa época, algunos países eran todavía competitivos. En efecto, como hemos dicho tantas veces desde estas líneas, el c19 resultó ser una magnífica oportunidad para reiniciar todo.
Y tanta maravilla, según el relato del profesor Klaus Schwab, era la gran oportunidad para reiniciar todo, mediante una agenda que facilitara los procesos de reinvención de todo y hasta de todos en el planeta. Incluso, la ONU suscribió un acuerdo de asociación estratégico con el Foro Económico Mundial para impulsar la aplicación de la agenda 2030 de objetivos de desarrollo sostenible.
Es imposible referirse al tema de la presente catástrofe económica global, sin colocarlo en un contexto de orden superior. Menos aún cuando ya comentamos acerca de los riesgos del próximo “Tratado de Pand*mias CA+” y la modificación al “Reglamento Sanitario Internacional” (ambos derivados de la OMS). También, dentro de las amenazas del sistema centralizado de las CBDC, ligado consecuentemente con un sistema de crédito social (como ya sucede en China comunista), temas que también hemos analizado en estas líneas por años.
La mecánica de trabajo de demolición de las economías locales se está viendo nítidamente con los reventones de burbujas especulativas que están padeciendo los mercados; los tremendos niveles de deuda que están contrayendo los gobiernos (el caso de USA ya es digno de ciencia ficción, con una deuda que supera los USD 34 trillones). Los bancos centrales, por su parte, siguen practicando experimentos que intentan reducir la inflación (impulsada por ellos mismos, con emisiones monetarias brutales durante el C19), manteniendo tipos de interés altos, alto desempleo y aún tasas de inflación altas. El círculo vicioso se completa con aumentos de gasto fiscal, aumento de deuda y, dado que las empresas menores están quebrando, la recaudación tributaria es menor.
A su vez, los bancos de menor tamaño se están dando a la bancarrota, mientras que los bancos de renombre son demasiado grandes como para dejarlos caer y son rescatados.
El medio ambiente financiero no escapa a la realidad del mundo como lo sufrimos hoy.
Otra cumbre de París...
Tanto el FMI como el BIS (Banco de Pagos Internacionales, conocido como el banco central de los bancos centrales), han estado instruyendo a los gobiernos y bancos centrales para implementar políticas fiscales y monetarias que avanzan hacia un nuevo “Pacto Financiero Global”, anunciado en la última cumbre de París, en junio de 2023.
De acuerdo con la declaración de clausura, los países desarrollados han cumplido ahora con su objetivo, establecido en 2021, de transferir 100.000 millones de sus derechos especiales de giro (SDR) a los países en desarrollo. Los SDR dan acceso a los activos de reserva internacional en poder del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se pueden cambiar por moneda.
Los participantes en la cumbre indicaron que la meta de 2015 de proporcionar 100.000 millones de SDR para apoyar la acción climática en los países en desarrollo hasta 2020, probablemente se alcanzará este año. También prometieron 200.000 millones de capacidad crediticia adicional durante los próximos diez años. Y acordaron la reestructuración de 6.300 millones de la deuda de Zambia. Los participantes igualmente establecieron un nuevo fondo de biodiversidad.
Incluso, la misma ONU, desde sus medios de comunicación también aboga por un nuevo pacto financiero, tras el fracaso del vigente sistema financiero y las medidas post C19.
Entre los asistentes a dicha cumbre estuvieron la directora ejecutiva del FMI, Kristalina Georgieva, y el presidente del BM, Ajay Banga, hicieron dos anuncios importantes. El primero: el compromiso de 100.000 millones de dólares que serían redirigidos para las necesidades de los países más pobres, que provendrían del fondo de reservas internacionales del FMI. En tanto, el segundo: la apuesta por una cláusula para las naciones más endeudadas, que podrán activar una suspensión de los reembolsos en caso de sufrir una catástrofe natural.
Se trata de directrices apoyadas por la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, quien sostuvo que la cumbre es “una etapa importante para reformar la arquitectura financiera para que sea más reactiva”. Yellen también hizo un guiño a nuevos proyectos, como el anunciado por los bancos multilaterales de desarrollo, para que puedan movilizar 200.000 millones de dólares en capacidades de préstamos en los próximos diez años.
Todos los participantes estuvieron de acuerdo en que se necesita un “electrochoque de financiación”, el cual pretende unir fondos públicos y privados para la protección del medio ambiente, según afirmó el presidente francés Macron. También expresó la necesidad de “reformar en profundidad” el sistema financiero global y anunció una reunión de seguimiento dentro de dos años, también en la capital francesa, para evaluar si se están cumpliendo los objetivos. Macron fue enfático en que son ahora los países participantes los encargados de decidir si asumen sus compromisos, pero aseguró que dejar pasar el “nuevo consenso” es una oportunidad que no se puede desaprovechar.
De hecho, los SDR podrían ser utilizados como una fuente de recursos para desarrollo de proyectos y aplicación de políticas relacionadas con la mitigación y adaptación al cambio climático. Aprovechando que los SDR son una especie de moneda internacional, generalmente aceptada por muchos países, podrían ser utilizados para movilizar recursos financieros a nivel global. Se podría incluir inversiones en energías renovables, mejoras en la eficiencia energética, proyectos de reforestación, entre otros.
Los SDR podrían proporcionar un impulso significativo a la financiación climática al movilizar recursos financieros a gran escala. Además, el uso de los SDR podría ayudar a reducir la dependencia de los mercados financieros volátiles, proporcionando una fuente de financiamiento más estable y predecible.
Al utilizar los SDR como un instrumento financiero, se podría fomentar la cooperación entre los países miembros del FMI y promover una respuesta global más efectiva frente a la causa que masivamente se considere global.
Sin embargo, los SDR precisan de establecer mecanismos claros, transparentes y honestos que permitan la asignación y distribución equitativa de estos valores, para proyectos climáticos, a fin de garantizar que los recursos sean utilizados de manera efectiva. También requiere de coordinación internacional para asegurar que los SDR sean utilizados de manera eficiente y que los proyectos financiados sean coherentes con los objetivos climáticos globales.
Lamentablemente, la historia demuestra que la corrupción sucede en los ambientes con las mejores intenciones.
El traspaso de las riquezas
El siguiente paso llevaría alas naciones a comprometer sus reservas para la adquisición de los SDR (como vimos antes, los Derechos Especiales de Giro) y que de esa forma los recursos financieros de los países queden en custodia de los bancos e instituciones financieras supranacionales. Claro, como el FMI y el BIS, por ejemplo.
Luego, serán las exigencias por la agenda verde las que verán el movimiento de fondos en forma de más préstamos, compras y ventas de instrumentos financieros, dejando de lado el dólar de USA.
Los gobiernos locales deberán ajustar sus políticas financieras hacia los objetivos de la agenda, ajustando sus leyes a la medida de estos acuerdos.
Los SDR son el vehículo monetario perfecto para transportar los valores hacia lugares desconocidos, justificados “por una buena causa”.
No hay garantía alguna de que este modelo funcione, porque nunca había sido utilizado de esta manera. A su vez, los SDR tampoco fueron concebidos para desempeñar este rol de intercambio por una agenda climática.
Solo existe la voluntad de concentrar y acumular riqueza en lugares como el FMI, pero no hay mayor certeza sobre lo que se hará exactamente con esos fondos convertidos en SDR. Por mucha propaganda que hagan desde los diversos organismos ya comentados, existe un justificado recelo y escepticismo acerca de lo que realmente este “nuevo pacto global” realmente tiene como objetivos. Nuestro deber, como ciudadanos, consiste en hacer valer nuestros derechos y nuestra voluntad soberana debe ser respetada y no atropellada por burócratas que hacen todo por el pueblo, pero sin el pueblo. Ese slogan ya lo conocimos hace algunos cientos de años y a nada bueno conduce. Eso se denomina dictadura.
Una última reflexión
Tras los 4 últimos años, viviendo un infierno en expansión, hasta por las razones más inverosímiles que podíamos imaginar antes, es muy complicado intentar comprender el camino que nos trajo hasta aquí.
Tanta fatalidad secuencial, sistemática, sincronizada, acaso como si fuera un ballet compuesto por el mismo satán, que ha hecho bailar miseria y destrucción en todo el globo, indudablemente se hace necesario actuar rápido y evitar que la absurda situación crítica actual siga profundizando las grietas de estabilidad social y finalmente, con mucho dolor, las bases que sostienen a las sociedades se derrumben y lleve a una depresión tan severa que superará en magnitud, amplitud y extensión de tiempo a la famosa “Gran Depresión de 1929”. Ya en octubre de 2020, el mismo FMI Reconocía que la crisis económica era la peor desde la Segunda Guerra Mundial.
Hay que cambiar todos los sistemas, ya no cabe duda. Les resulta perjudicial de seguir operando, porque ya tienen fracturas irreparables que son incapaces de crear riqueza o transmitirla eficientemente.
Por cualquier causa global, sería una brutalidad repetir los errores de los últimos años o crear nuevos errores para seguir demoliendo la ya menoscabada moral de la humanidad, como así también que las sociedades sean incapaces de cubrir sus necesidades básicas. Basta con recordar lo acontecido en Sri Lanka en 2022 para intuir la magnitud de lo que se está jugando: Un juego muy peligroso de poder. Imponer un sistema financiero diseñado para combatir casi exclusivamente un cambio climático en curso, sin ocuparse de la generación de valor, de riqueza por parte de las sociedades, significa hipotecar el futuro de varias generaciones futuras, con deudas de muy largo plazo, jodiendo a millones de personas que aún no nacieron. Es aquí cuando ya los mismos denominados economistas y tecnócratas de los modelos matemáticos ya completaron su total y absoluto fracaso profesional, condenando al infierno a la humanidad.
Por su parte, si la fórmula escogida para levantar un nuevo modelo de financiero internacional es basa en los SDR para el cambio climático, eso ya suena y huele muy mal. Porque no estaría respondiendo a las necesidades de las naciones hoy. La personas, los ciudadanos, requieren con urgencia de mantener ingresos, generando valor sea con sus actividades comerciales o empleados en un lugar. Pero las políticas e instituciones que operan con otros objetivos diferentes a las necesidades de las personas, serán responsables del miserable infierno que la humanidad padecerá durante muchos años, muchas generaciones por un cambio climático en curso y que no se aprecie su real incidencia natural.
Los Derechos Especiales de Giro (SDR) si podrían ejecutar la función del financiamiento de proyectos y medidas contra el cambio climático o cualquier otra causa noble. Su utilización como instrumento financiero podría movilizar recursos a gran escala y fomentar una respuesta global más efectiva frente a causas honestas, no cabe duda. Sin embargo, es necesario abordar responsablemente las limitaciones y riesgos altos de corrupción, derivado con su uso y garantizar una asignación honesta frente a la comunidad internacional de forma transparente y efectiva. He ahí un gran nudo que los burócratas y tecnócratas de corporaciones, bancos y organismos supranacionales tendrán que explicar con absoluta honestidad, globalmente hablando.
Son los ciudadanos quienes deberán levantar sus voces y hacer respetar sus derechos, por sobre una clase política local, absolutamente rendida ante las exigencias globales que determinan los destinos de los ciudadanos locales.
Guerras infinitas, endeudamientos, desindustrialización de las naciones, desempleo, inflación, decrecimiento, miseria. El panorama ya comenzó a tomar ribetes de catástrofe global y no precisamente por el cambio de clima o por el C19. La mano del hombre asoma por todas partes como el gran causante artificial de estas desdichas.