El yuan digital y la sobredosis de vigilancia

El yuan digital y la sobredosis de vigilancia

¿Qué es yuan digital o CBDC?

CBDC o Central Bank Digital Currency (en español, Moneda Digital de Banco Central), es una forma de dinero fiduciario digital que es emitido por el banco central de un país y por tanto tiene valor de curso legal en dicha nación

Money...

En 1973 la banda musical Pink Floyd presentó su álbum “The Dark Side of the Moon”, que contiene el tema “Money”, cuya principal característica es el sonido de una máquina registradora, haciendo sonar dinero. Eran otros tiempos.

Sin embargo, nuevos vientos soplan desde China, con su yuan digital, anunciado en 2019. No son buenos vientos, si es que además pretenden eliminar el dinero físico, que dejaría al ingreso monetario de las personas, sometido a una fragilidad extrema.

La revista Economist pronosticó (cual oráculo) que pronto todo el mundo utilizará el yuan digital. Los comentarios no se hicieron esperar, después de que la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) y otros bancos centrales, confesaron que también están buscando versiones digitales de sus monedas respectivas.

El resto de los medios masivos hacen eco de estos anuncios y se han convertido en “animadores” o “porristas”, celebrando los avances de estos bancos centrales, casi como un milagro de las finanzas.

Muchos de estos medios masivos sugieren que el Banco Popular de China (PBOC) se ha adelantado a Occidente. Afirman que el esfuerzo digital de China asegurará el estatus global del yuan y le permitirá suplantar al dólar como la principal moneda del mundo para las reservas y transacciones internacionales.

Moneda Tiananmen

A saber, un yuan digital difícilmente constituye la base de una moneda global. Muchos países, incluido Estados Unidos, tienen leyes que prohíben realizar transacciones comerciales nacionales en cualquier moneda que no sea el USD. No existe, al menos de modo visible, ni un solo acuerdo general que posicione al yuan digital como moneda global.

Tal vez, solo podría dar, con mucha fortuna, para que el yuan digital sea parte de un anexo entre los acuerdos de intercambios digitales, como por ejemplo, en materias de las tarjetas de crédito y débito; plataformas de pago tipo PayPal; como también en transferencias bancarias simples para transacciones internacionales y nacionales.

Así, el yuan digital podría constituir una nueva moneda para incluir en los sistemas de pago de actual funcionamiento. Por lo tanto, con gran dificultad podemos imaginar que el yuan digital muy pronto será “la moneda global”. Por cierto, es difícil imaginar que una moneda que fue diseñada para una sociedad subyugada a un partido comunista (con todas las restricciones que ello implica) sea pretendida para circular entre todo el mundo comercial, como internacionalmente asumida y aceptada. Si la matanza de la Plaza de Tiananmen es escondida de todos los buscadores en la República Popular China, podemos pensar perfectamente que yuanes digitales pueden ser escondidos o “ejecutados”, porque un país o un individuo de un país no goza del aprecio del gobierno del partido comunista chino.

Presentar al yuan digital como el futuro monetario global es invocar el espíritu del film “Orwell 1984”, deseando que la vigilancia totalitaria sea posible gracias al “Gran Hermano de China”.

Sin embargo, no es solo el partido comunista chino interesado en vigilar. Si los bancos centrales (ya con una acumulación tremenda de defectos nocivos para la sociedad) deciden comenzar a emitir dinero digital, eliminando el dinero físico, tendrán el acceso y control de todos los ingresos y egresos de cada ciudadano, en su propio país. Para todo aparato estatal, sin duda, la tentación es muy grande. Los bancos centrales podrían llegar a ser instituciones de espionaje digital contra sus propios ciudadanos, aduciendo que una mínima vigilancia ayudará principalmente a detectar casos de lavado de dinero; financiamiento de terrorismo y evasión de tributaria. Incluso, por muy precavido que un Estado quiera aparecer ante los ciudadanos, cae en el celo excesivo de extrema vigilancia, que por sí ya es una amenaza muy grande para los contribuyentes.

Vigilar y Castigar

Actualmente las autoridades gubernamentales de todo el mundo ya tienen la mecanismos para utilizar las redes digitales existentes que rastrean las transacciones monetarias de la mayoría de las personas, mediante de tarjetas de crédito, bancos o registros estandarizados internacionales. Pero acceder a estas fuentes de información privada (en muchos países protegidas con leyes que favorecen la mantención del secreto bancario, por ejemplo), es algo que difícilmente el partido comunista chino podrá enfrentar, con mayores dificultades aún, debido a que la información de operaciones financieras de cada persona se encuentra dispersa alrededor del mundo. Luego, intentar controlar el flujo de información a este nivel, implica algo más que la mera tecnología para el flujo monetario del yuan digital. Cada país tendría que concederle los privilegios de información de banco central y otras entidades, para satisfacer la necesidad de alimentación de una bestia digital que operaría un sistema informático global centralizado, con la consecuente posibilidad de que en algunos casos puede acertar en la detección de un delito, pero también correría el riesgo de fallar contra alguien que erróneamente sería acusado de un crimen que no cometió, entrando en un conflicto que ya supera las delimitaciones jurisdiccionales y constitucionales de los países. A menos, claro está, que las autoridades políticas de cada país, cual efecto caída de dominó, ajusten sus leyes y normativas para facilitar la operación y vigilancia del yuan digital.

"Tecnología über alles"

En los últimos 50 años hemos sido testigos de avances tecnológicos impresionantes, como salidos de las novelas de Julio Verne o Isaac Asimov, como también de films del tipo “2001 Odisea en el Espacio” de Stanley Kubrick. Sin embargo, estamos comenzando a ver ciertos riesgos que el uso exagerado y hasta desnaturalizado de la misma puede llevar a transformarse en una gran amenaza para el desarrollo de las personas y las sociedades del mundo, demoliendo libertades y derechos naturales que las personas tienen por el simple hecho de existir. Se supone que la tecnología debe estar al servicio inofensivo de la humanidad, procurando el mejoramiento de la calidad de vida y la optimización del uso de los recursos en el planeta.

Llevar cualquier moneda digital centralizada, con la supresión de su moneda física, pasando a llevar las leyes de todos los países del mundo, aparece más como un deseo, casi un delirio, por controlar a la humanidad, favoreciendo a unos pocos burócratas y corporaciones, en desmedro de una mayoría global que, por supuesto, no ha elegido vivir bajo esa dictadura monetaria. La libertad no tiene precio.

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